Es curioso y preocupante la dependencia que hemos creado del ordenador. En estas semanas he sufrido la abstinencia en mi cuarto de no tener un monitor y por tanto no poder hacer nada de lo que estaba acostumbrado.
Pero en esos días he desempolvado mi otro yo, he descubierto que el día tiene más horas de las que recordaba y me he acercado lo más posible a mi yo bohemio, y me ha gustado.
En estos días he acabado libros y empezado otros, he olvidado las redes sociales para llamar por teléfono, he vuelto a mancharme los dedos de tinta escribiendo en papel algún pensamiento o algún trabajo sin que Word me corrigiera, y luego éstos mismos dedos manchados han vuelto a probar el sabor de una guitarra, aunque aún de manera soez.
Pero todo ello ha acabado como la duración de un espejismo, ahora vuelvo a ver mi vida antigua pero en alta definición, y desde entonces me duelen los ojos.
2/12/10
9/11/10
Vos.
Os habéis cansado del chico duro y con moto del instituto y buscáis a un hombre mejor, porque tiene que haberlo. Habéis buscado un hombre confidente, sincero, detallista, gracioso, romántico, educado, reflexivo, instintivo... Pero al final, visto la complejidad de lo buscado sólo pedís alguien que os respete y os haga sentir mujer.
Un hombre que por fin mire más tus ojos y tus labios, que tu escote. Que sepa cuando abrazaros, cuando daros un beso o cuando, simplemente, callar.
Donde dar un simple paseo por el parque cogidos de la mano, acompañado de algún beso cómplice, sea uno de los mejores días de vuestra vida.
Un hombre que sepa deciros lo guapa que estás y os haga sentir la persona más preciosa del planeta.
Donde sus abrazos signifiquen unos días seguridad y otros pasión...
Sabéis que existimos y sólo tenéis que encontrarnos. Muchas pensasteis que era él, cuando todo lo que hacía os encantaba, luego esa luz se apagó. Ahora seguís abriendo puertas.
Es lo que buscáis, por eso, lo siento.
Un hombre que por fin mire más tus ojos y tus labios, que tu escote. Que sepa cuando abrazaros, cuando daros un beso o cuando, simplemente, callar.
Donde dar un simple paseo por el parque cogidos de la mano, acompañado de algún beso cómplice, sea uno de los mejores días de vuestra vida.
Un hombre que sepa deciros lo guapa que estás y os haga sentir la persona más preciosa del planeta.
Donde sus abrazos signifiquen unos días seguridad y otros pasión...
Sabéis que existimos y sólo tenéis que encontrarnos. Muchas pensasteis que era él, cuando todo lo que hacía os encantaba, luego esa luz se apagó. Ahora seguís abriendo puertas.
Es lo que buscáis, por eso, lo siento.
3/11/10
Nos.
Porque vosotras sois capaces de cambiarnos, de ayudarnos a conocernos mejor, de ser como realmente somos, sin ningún miedo al ridículo. Nos hacéis sentir el héroe, el más gracioso, el mejor amante...
Aportáis un nuevo significado de felicidad, el verdadero. No sabéis la satisfacción que es haceros reír, y decidnos "tonto" mientras nos sonreís. Vuestro tonto.
Por culpa vuestra nuestra risa es la más sincera y despreocupada.
Que con un sencillo pero sincero beso, nos hacéis callar, respirar y sentir....
Ya nada volverá a ser como antes de conoceros.
No queremos volver a nuestra simple, despreocupada y feliz vida de antes.
Volver a ser el centro de nuestro universo no tiene ningún sentido.
Por eso os necesitamos, por eso, os odiamos.
Aportáis un nuevo significado de felicidad, el verdadero. No sabéis la satisfacción que es haceros reír, y decidnos "tonto" mientras nos sonreís. Vuestro tonto.
Por culpa vuestra nuestra risa es la más sincera y despreocupada.
Que con un sencillo pero sincero beso, nos hacéis callar, respirar y sentir....
Ya nada volverá a ser como antes de conoceros.
No queremos volver a nuestra simple, despreocupada y feliz vida de antes.
Volver a ser el centro de nuestro universo no tiene ningún sentido.
Por eso os necesitamos, por eso, os odiamos.
1/11/10
Humo.
Aquella joven pareja se sentó unas mesas más allá, ella poseía un mirada verde intensa, capaz de esclavizar a la mayoría de los hombres, de él sólo destaco su pelo limpio y arreglado y su camisa por fuera de rayitas rosas.
Estaban en una mal llamada tetería, donde las shishas son las verdaderas protagonistas y motivo de peregrinaje de jóvenes, y no tan jóvenes, en busca de una opción distinta, alrededor de un ambiente nebuloso. Estos lugares suelen tener un aspecto íntimo en parejas, en un clima relajado, en penumbra. Él así parecía entenderlo, le susurraba a su cuello y buscaba su boca en busca de un beso apasionado e íntimo, pero ella le evitaba, pero de una forma juguetona que a él le excitaba casi más, alguna vez encontró sus labios pero de forma efímera, insuficiente, porque ella estaba pendiente de otro hombre, sus ojos se habían fijado en ese joven que estaba sentado con sus amigos un par de cojines más allá, compartiendo confidencias y buenos momentos. Él se sentía siervo de esos ojos que le miraban a través del humo, pero a la vez se sentía cómodo, consciente de la atracción que le provocaba a aquella chica, aunque no fuera recíproca. Lo más que habría entre ellos sería un cruce constante de miradas, la de ella deseosa y la de él complaciente. Era suficiente, nunca se conocerían, pero ¿para qué? Cada uno siguió con su noche, ella aguantando al pesado de su acompañante, y mis amigos y yo nos fuimos en busca de otra cerveza.
Estaban en una mal llamada tetería, donde las shishas son las verdaderas protagonistas y motivo de peregrinaje de jóvenes, y no tan jóvenes, en busca de una opción distinta, alrededor de un ambiente nebuloso. Estos lugares suelen tener un aspecto íntimo en parejas, en un clima relajado, en penumbra. Él así parecía entenderlo, le susurraba a su cuello y buscaba su boca en busca de un beso apasionado e íntimo, pero ella le evitaba, pero de una forma juguetona que a él le excitaba casi más, alguna vez encontró sus labios pero de forma efímera, insuficiente, porque ella estaba pendiente de otro hombre, sus ojos se habían fijado en ese joven que estaba sentado con sus amigos un par de cojines más allá, compartiendo confidencias y buenos momentos. Él se sentía siervo de esos ojos que le miraban a través del humo, pero a la vez se sentía cómodo, consciente de la atracción que le provocaba a aquella chica, aunque no fuera recíproca. Lo más que habría entre ellos sería un cruce constante de miradas, la de ella deseosa y la de él complaciente. Era suficiente, nunca se conocerían, pero ¿para qué? Cada uno siguió con su noche, ella aguantando al pesado de su acompañante, y mis amigos y yo nos fuimos en busca de otra cerveza.
25/10/10
Persianas...
"Esa chica lleva toda la clase dada la vuelta." Ahí se acabó todo, y comenzó.
La cara de esa chica no se me olvidará jamás, ni a mi ni a muchos de mis compañeros y junto a ella una sensación de extrañeza, curiosidad, miedo...
El profesor daba su clase como cada lunes, soltándonos un royo interesante sobre el funcionamiento del ejecutivo en este país, interesante pero repetido en años anteriores. A quién no le interesó entonces, será difícil que lo aprenda ya, lo memorizará y escupirá en junio, y a seguir con su vida.
Mientras copiábamos un amigo pronunció la cita que ya has leído, levanté la cabeza y allí estaba, ella, sentada en segunda fila mirando a todos los alumnos, sin atender a nada ni nadie, entonces, se giró al profesor y levantó el brazo. En ese momento ya flipé, ¿qué iba a decir? ¿iba a chivarse de que alguno no atendía? ¿era un topo? entonces comenzó todo. "¿No se pueden subir las persianas?" le preguntó al profesor. Este, desde una pose de normalidad pero extrañado por dentro afirmó. Una compañera se tuvo que levantar para subirlas, hasta que pasasen el ecuador de la ventana, entonces ahí paró el mecanismo. "¿No se pueden subir hasta arriba?". Nos extrañamos todos, y hubo comentarios privados, ella se levantó y forzó a las persianas hasta el final, algo a lo que no estaban acostumbradas. Volvió a su segunda fila y se sentó de nuevo dando la espalda al profesor y mirándonos a todos.
Ya nada fue igual, la mirábamos extrañados entre los hombros de los compañeros, alguna vez nos encontramos con su mirada y le provocamos una mueca, de la que alguno se arrepintió.
Era la actitud más extraña que había visto, evité mirarla a los ojos y me fijé en el resto de compañeros, muchos la miraban resguardados entre la maleza de compañeros.
Toc, toc, toc. Dió unos golpes en la mesa, más madera para nosotros.
A partir de ahí todo fueron conjeturas... y un testamento.
Algo a destacar en un lunes corriente. Qué aburrida es la vida del universitario.
La cara de esa chica no se me olvidará jamás, ni a mi ni a muchos de mis compañeros y junto a ella una sensación de extrañeza, curiosidad, miedo...
El profesor daba su clase como cada lunes, soltándonos un royo interesante sobre el funcionamiento del ejecutivo en este país, interesante pero repetido en años anteriores. A quién no le interesó entonces, será difícil que lo aprenda ya, lo memorizará y escupirá en junio, y a seguir con su vida.
Mientras copiábamos un amigo pronunció la cita que ya has leído, levanté la cabeza y allí estaba, ella, sentada en segunda fila mirando a todos los alumnos, sin atender a nada ni nadie, entonces, se giró al profesor y levantó el brazo. En ese momento ya flipé, ¿qué iba a decir? ¿iba a chivarse de que alguno no atendía? ¿era un topo? entonces comenzó todo. "¿No se pueden subir las persianas?" le preguntó al profesor. Este, desde una pose de normalidad pero extrañado por dentro afirmó. Una compañera se tuvo que levantar para subirlas, hasta que pasasen el ecuador de la ventana, entonces ahí paró el mecanismo. "¿No se pueden subir hasta arriba?". Nos extrañamos todos, y hubo comentarios privados, ella se levantó y forzó a las persianas hasta el final, algo a lo que no estaban acostumbradas. Volvió a su segunda fila y se sentó de nuevo dando la espalda al profesor y mirándonos a todos.
Ya nada fue igual, la mirábamos extrañados entre los hombros de los compañeros, alguna vez nos encontramos con su mirada y le provocamos una mueca, de la que alguno se arrepintió.
Era la actitud más extraña que había visto, evité mirarla a los ojos y me fijé en el resto de compañeros, muchos la miraban resguardados entre la maleza de compañeros.
Toc, toc, toc. Dió unos golpes en la mesa, más madera para nosotros.
A partir de ahí todo fueron conjeturas... y un testamento.
Algo a destacar en un lunes corriente. Qué aburrida es la vida del universitario.
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